Otro año más, hemos visitado de nuevo este entrañable Club de Tiro Olímpico. En esta ocasión no hemos venido a disfrutar del Tiro Olímpico en su aspecto de competición deportiva, ha sido para dar las gracias por la invitación de un socio a degustar las excelencias culinarias que por estos lares se cuecen. Hemos encontrado lo que hoy en día es muy difícil de encontrar, un Club de Tiro donde el fundamento del mismo son los propios socios, las atenciones son para ellos, los detalles se tienen con ellos, el calendario se elebora pensando en ellos, allí, nadie cobra, ni por arbitrar, ni por limpiar, ni por abrir la galería. Son ellos mismos quienes han mecanizado las siluetas, quienes ha optimizado los parabalas. Gracias a una directiva envidiable, el Presidente es el primero que está dispuesto a realizar cualquier operación sin pasar cargo alguno al club, el vicepresidente aporta el apoyo que un presidente necesita, donde el secretario hace todo lo necesario sin pedir nada a cambio, donde el tesorero realiza su función demostrando al día el estado de cuentas y sin percibir por ello más de lo que cualquier socio pueda recibir. Sin menospreciar por su forma de actuar a nadie, al contrario, cualquier federado es bienvenido y recibido con verdadera y desinteresada amistad, en definitiva, un EJEMPLO de Club de Tiro Olímpico. Después de pasar media mañana sentados a la mesa, la digestión la realizamos en los puestos de tiro, entre consejos de unos, demostraciones de otros y preguntas de todos, se hicieron algunas buenas puntuaciones y un socio nos dejó con los ojos abiertos cuando nos mostró, sus niñas bonitas, sus armas históricas que hizo que la sana envidia de tirador aflorara en alguno de nosotros. La felicidad no puede ser nunca completa, sin darnos cuenta, las nubes empezaron a llorar, el viento mecía suavemente las otoñales hojas del contorno, los propietarios de los vehículos comenzaron a hacer rugir sus motores y esto indicaba al unísono con las agujas del reloj y de una forma clara que la "Fiesta" había terminado, no había otra opción...cogimos nuestro vehículo y regresamos a nuestra casa, después de pasar una mañana digna del mejor de los recuerdos.
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